Salteado de pollo con verduras
Hacer un salteado es la cosa más sencilla del mundo, pero para que el resultado no sea un pollo seco y unas verduras blandas hay que respetar unos cuantos pasos. Aquí va una receta infalible.
Todo el mundo debería saber preparar un salteado: probablemente no haya algo tan universal como cocinar unas proteínas con algunas verduras e hidratos. Sin embargo, todo tiene su ciencia, y algo tan básico como esto no queda exento de ella. Hay una serie de normas para que lo que preparamos realmente cumpla con las características de un salteado y no se convierta en un batiburrillo de verduras blandas y proteína seca o chiclosa.
Las dos características fundamentales son la potencia y el tiempo. El salteado se basa en una cocción relativamente corta a una temperatura considerablemente alta, por lo que requiere unos pasos de preparación previos si no queremos fastidiar el resultado final. Es imprescindible dejar todo preparado y cortado para que el tiempo de cocción esté controlado. Otra cuestión a tener en cuenta es el tamaño de la sartén que vayamos a usar, ya que necesitamos que sea relativamente grande para que todo lo que hay en ella pueda estar en contacto con la superficie y así dorarse adecuadamente.
También vamos a aprender cómo cocinar pechuga de pollo sin que quede con textura de suela de zapato. Marinar alimentos -proteínas, concretamente- no solo trata de aportar sabor: también consiste en mejorar texturas. La mezcla de almidón de maíz -o fécula de patata- junto al aceite de oliva y la sal sirve para crear una fina capa que ayuda a retener humedad, de modo que facilitará el obtener una pechuga jugosa. No obstante, esto no te salvará si dejas tu pollo cocinándose indefinidamente: para cocciones algo más largas, trata de buscar partes de carne más oscura, como la del contramuslo.
Respecto a la duración de la cocción de las verduras, personalmente me gustan casi crudas, y considero que el vapor de la cocción y el propio calor residual que quede en el salteado es todo lo que necesitan. Sobre la elección de especias podéis experimentar con lo que tengáis en la despensa: en mi caso la combinación curry, comino, ajo y pimentón satisface los pecados capitales de gula y pereza.
Dificultad
Manejar bien los tiempos y tenerlo todo preparado para que las verduras no queden blandurrias.
Ingredientes
Para 2 personas
Para el pollo
- 300 g de pechuga de pollo
- Una cucharadita de curry en polvo
- Media cucharadita de comino en polvo
- Una cucharada de aceite de oliva
- 2 cucharadas de almidón de maíz o fécula de patata
- Sal al gusto
Para el salteado
- El pollo marinado
- 80 g de pimiento rojo
- 100 g de brócoli (flores por una parte y tronco por otra)
- Una cebolla morada pequeña
- 4 dientes de ajo
- Una cucharadita de jengibre fresco
- Una cucharadita de pimentón dulce
- Una cucharadita de comino molido
- Una cucharadita de curry en polvo
- 1,5 cucharadas de mantequilla
- ½ cucharada de aceite de oliva
- Sal al gusto
Preparación
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Cortar la pechuga en dados de unos 1,5 o dos centímetros de grosor y marinarla con el curry, el comino, el almidón de maíz o fécula de patata, el aceite de oliva y la sal mientras cortamos las verduras.
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Cortar el pimiento rojo, la cebolla y el brócoli de forma que tengan más o menos el mismo tamaño.
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Majar los dientes de ajo con el jengibre, el pimentón, el comino, el curry y un poco de sal hasta que formen una pasta.
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Calentar la mantequilla en una sartén a fuego alto y añadir el pollo. Repartir bien y dejar que se dore sin remover. Cuando esté bien marcado por una sola cara, remover 10 segundos y retiramos de la sartén.
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Añadir el aceite junto a la mantequilla que queda en la sartén y saltear la pasta de ajos a fuego medio hasta que huela.
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Subir el fuego a alto y añadir el pollo y las verduras. Remover para que se impregne todo de la pasta de ajos. Repartir por toda la sartén y cocinar sin mover 15 segundos. Remover otros 10 segundos y servir.
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